El líquido conocido como agua (H2O) está compuesto por dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno. La disposición molecular del agua es tetraédrica, debido a la hibridación sp3 del átomo de oxígeno.

En el centro del tetraedro se encuentra el átomo de oxígeno, mientras que en dos de las esquinas se ubican los átomos de hidrógeno, los cuales están enlazados al oxígeno mediante enlaces covalentes simples. Las dos esquinas restantes contienen pares de electrones no compartidos por el átomo de oxígeno.

Dado que el oxígeno es más electronegativo que el hidrógeno (es decir, tiene una mayor atracción por los electrones cuando está unido al hidrógeno), el átomo de oxígeno adquiere una carga negativa parcial (δ-) y cada átomo de hidrógeno adquiere una carga positiva parcial (δ+).

La distribución electrónica de los enlaces entre el oxígeno y el hidrógeno se inclina hacia el oxígeno, lo que hace que el enlace sea polar. Si las moléculas de agua fueran lineales, las polaridades de los enlaces se cancelarían y el agua sería apolar. Sin embargo, las moléculas de agua presentan una estructura doblada con un ángulo de enlace de 104.5°.

En contraste, el dióxido de carbono (CO2), que también tiene enlaces covalentes polares, es apolar debido a que su estructura molecular es lineal. Las moléculas como el agua, en las cuales existe una separación de cargas, se denominan dipolos. Cuando estos dipolos moleculares se encuentran en un campo eléctrico, se orientan en dirección opuesta al campo.